Buscando a Wally

viernes, 10 de septiembre de 2010

HISTORIA DE LOS CLUBES



LOS ANDES

La historia de uno de los equipos más populares de Lomas de Zamora se remonta a enero de 1917. Por aquellos años en esta famosa localidad de la zona sur de la provincia de Buenos Aires no había calles de asfalto, edificios ni casas, no había semásforos ni chicas lindas. Solamente algunos caballos y campesinos dueños de grandes hectáreas que siempre terminaban indundándose con las grandes lluvias. Era como hoy es la localidad de Glew. Pero tenía ciertas diferencias. Los habitantes de Lomas tenían proyectos y sueños. Fue así como intentaron practicar distintas actividades que los mantenían alejados del entretenimiento. Esa noche en que se festejaba la llegada del año 1917 pasaría a ser histórica. 9 amigos decidieron escaparse de la tradición familiar y armar una cena entre ellos con casi todas las botellas de alcohol de la ciudad. Así fue como durante y después de la cena del 31 de diciembre los muchachos de Lomas se tomaron hasta el agua que tenían que tomar los caballos, y empezaron a notarse las consecuencias: hubo batallas, heridos y 8 animales muertos, entre ellos uno que parecía tener pronunciados rasgos humanos. Con el pedo que tenían, estos conquistadores de la noche subieron a sus caballos y empezaron a imaginar sus propias aventuras. Así, al subir las lomas sobre los animales recordaron la vieja hazaña del General San Martín, cuando cruzó como pudo la Cordillera de Los Andes. Los jóvenes, totalmente entregados al destino y en manos de los efectos del alcohol pusieron en marcha la navegación mental para imaginar su propia cordillera, cruzarla a caballo y jugar un partido de fútbol totalmente en pedo. De este modo nació el Club Argentinos que a Caballo se Disponen a Cruzar Los Andes Totalmente en Pedo, y comenzaron a desafiar a otros grupos de amigos de la zona. Al ver que los partidos se tornaban en serio, el Club Argentinos que a Caballo se Disponen a Cruzar Los Andes Totalmente en Pedo decidió utilizar distintivos textiles para no confundirse con los adversarios. De este modo nació su primera casaca, que en realidad era una campera de cuero con un parche de ACDC grande en la espalda y tachas en la parte de abajo. Al notar cierta incomodidad sobretodo para saltar a cabecear, el capitán del equipo Marceliu Marchiutinis optó por dejar de lado esa campera para empezar a usar un enterito de jean. Pero esto no iba a durar mucho, ya que los malos resultados obtenidos, y la humillación de sentirse estúpidos con esa ropa en los partidos, llevaron a este equipo de extenso nombre a jugar con pijamas rayados rojos y blancos a partir de 1920, llegando a la indumentaria que lo acompaña hasta la actualidad. Al anotarse en la Fotball Asociation Grondona's Grandpather's, surgió el primer gran problema: los encargados de inscribir oficialmente el nuevo equipo perdieron el machete con el extenso nombre oficial de la Institución, por lo que debieron improvisar: quisieron llamarlo Caballo a Los Andes en Pedo, pero el personal administrativo de la Asociación le bajó el pulgar ya que el teclado de su notebook tenía rotas las letras C, B y P. Por lo tanto, el equipo pasó a llamarse A Los Andes, pero al notar que los titulares de los diarios zonales arruinaban las notas escribiendo "Témperley derrota a A Los Andes" optaron por quitarle la A inicial para pasar a ser definitivamente Los Andes.
Por sus filas pasaron grandes jugadores como el Beto Yaqué y Germán Caiafa. Los logros más grandes del Club fueron algunos ascensos a primera división y la construcción de una cabecera de cemento con capacidad para 150 personas y 14 gordos. Su apodo "mil rayitas" se asocia a que una vez un pelotudo en un aburrido Los Andes - Excursionistas contó los barrotes de la reja que separa el campo de juego de la tribuna de la calle Estrada y dijo que eran justo 1000. Otro hito en la historia del Club es que sufrió el robo de un telón por simpatizantes de Atlanta que profesaban una religión diferente. Fueron pasando los años, hoy Los Andes milita en la primera B metropolitana y sueña con, algún día, subirse al caballo que lo deje para siempre en la primera división.

EL ESCUDO Y LA GLORIOSA HINCHADA DEL CLUB ATLÉTICO LOS ANDES

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